29 de marzo de 2024
tenis
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Un huracán ha tocado tierra en el Open de Australia. Novak Djokovic volvió a Melbourne temeroso por una lesión en el muslo izquierdo, un problema que no pareció afectarle en primera ronda pero sí ante Dimitrov. Esa cojera, leve pero evidente, despertó un runrún del que ya no queda el más mínimo rastro. Después del partido descomunal contra De Miñaur, el serbio borró de la pista a Andrey Rublev para meterse en semifinales. 6-1, 6-2 y 6-4 en dos horas y tres minutos de juego.

Sobre la Rod Laver Arena pudo verse como Rublev, todo un número seis del mundo, iba deshaciéndose entre los dedos de Novak Djokovic. Quizá el punto más débil del ruso sea su temperamento, un volcán mal entendido. El alumno de Fernando Vicente es propenso a pelearse consigo mismo cuando no salen las cosas, a irse de los partidos de forma tan transparente que sus rivales no tienen más que seguir golpeando. Y así hizo Djokovic.

Nole presionó el servicio de Rublev desde el comienzo y tuvo bola de break en todos los juegos al resto del primer set. Poniendo a prueba una moral quebradiza. El ruso salvó el primero, pero cedió los dos siguientes. Uno con doble falta y el otro con un resoplido que ya anunciaba borrasca. Es extenuante jugar ante un rival que no da tregua, y dejarlo ver es un problema añadido. Pero Djokovic seguía subido a la nube desde la que destrozó a De Miñaur.

Era una de esas noches para Djokovic. Otra de esas noches. Y por si no había quedado claro lo subrayó en el broche de la primera manga. Rublev lanzó todo lo que tenía en su arsenal y Nole, después de una defensa monumental, lo fulminó con un revés cruzado a dos manos. El ruso levantaba los brazos y miraba a su box como diciendo, ‘¿Qué más puedo hacer?’. Cuando Novak Djokovic está en ese plan, nada.

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El serbio había ganado los últimos 92 partidos de Grand Slam en los que había ganado el primer set (desde la final del US Open de 2016 contra Wawrinka), y con este serían 93. Casi le sacaron más de punto las fuertes rachas de viento que el tenista ruso, que poco a poco fue perdiendo la paciencia y las formas. Porque si al inicio de la segunda manga Rublev daba alguna muestra de serenarse, Djokovic acabó por desesperarlo a partir del quinto juego.

Con cinco juegos seguidos, Nole se apuntó el segundo set, y con otra rotura al comienzo del tercero dio por cumplida la noche. Solo entonces, con el ruso ya deshecho, aflojó el puño. Tocaba pensar ya en semifinales, donde se enfrentará al estadounidense Tommy Paul, que derrotó al prometedor Ben Shelton por 7-6(6), 6-3, 5-7 y 6-4.

Fuente: elmundo.es

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